Cabeza de un lobo
colgada de una señal de tráfico en La Doriga (Asturias). EFE Atlas
La Guardia Civil ha imputado a 20
ganaderos y guardas forestales por falsificar ataques a las reses para cobrar
compensaciones en Asturias
Un grito recorre
desde hace años Asturias de cabo a rabo: "¡Que viene el lobo!". Llega
y ataca al ganado. Cada año, el Principado de Asturias destina alrededor de un millón de euros para
compensar las dentelladas de este animal a las vacas, los caballos, las cabras
y las ovejas de esta comunidad autónoma. En 2014 —el último año del que el
Gobierno regional ha ofrecido datos cerrados—, los ganaderos de esta región
recibieron compensaciones por los daños causados en 4.555 cabezas de ganado. De
media, 221 euros por cada animal.
Pero alrededor de
este sistema de pago con dinero público para compensar los ataques del lobo
existe una sombra de duda. "Llevamos años alertando al Principado de que
hay indicios de abusos o presuntos fraudes. Aunque sean minoritarios, encienden
la llama del conflicto y ayudan a que el lobo se tome como un chivo
expiatorio", sostiene Alberto Fernández Gil, biólogo y miembro de la Asociación
para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (ASCEL). "Aunque no sé cómo de
grande es el problema", reconoce Fernández Gil, quien también forma parte
del consejo consultivo que supervisa el programa de gestión de esta especie en
Asturias.
La Unidad Central
Operativa de Medio Ambiente, perteneciente al Seprona de la Guardia Civil, lleva meses siguiendo el rastro
de esos presuntos fraudes. Dentro de esta operación ya están investigadas —la
antigua figura conocida como imputación— 20 personas en Asturias. Se trata de
nueve ganaderos y 11 guardas del medio natural, dependientes del Principado,
que presuntamente falsificaron expedientes para cobrar ayudas por ataques de
lobo simulados. Los guardas forestales son los encargados de certificar que las
marcas que aparecen en las reses son de este cánido.
Las engañifas
detectadas pasan, por ejemplo, por la utilización para varios expedientes de
una misma fotografía de un ataque real de lobo a una vaca, según detallan
fuentes de la investigación. O por la falsificación de firmas de los supuestos
afectados.
Xurde Gayol es guarda
del medio natural en Asturias. Y habla de la "picaresca" que rodea al
lobo en su tierra. "He tenido que denunciar ya a varios ganaderos por
estafa", apunta. Él es unos de los encargados de certificar que las
muertes que le presentan son verdaderamente por lobo. "A medida que pasa
el tiempo es más complicado determinar la causa de la muerte".
"Picaresca hay
mucha", admite. Recuerda, por ejemplo, el ganadero que le llamó y le
mostró tres vacas fulminadas por un rayo. Quería que le certificaran esos
fallecimientos como un ataque de lobo. "Los guardas tienen mucha presión.
A mí me han amenazado. Las presiones existen", apunta Gayol.
Parque de Ponga
En el caso abierto
por los agentes del Seprona una parte importante de la investigación se ha
desarrollado en el parque natural de Ponga, ubicado al sur del Principado,
lindando ya con Castilla y León. Los agentes han imputado allí a cinco guardas
y cuatro ganaderos. Fuentes de la investigación afirman que se había creado un
entramado de forestales y ganaderos para cobrar compensaciones que el Seprona
pone en duda. El caso de esa misma foto utilizada en varios expedientes —que se
viraba con un pequeño retoque fotográfico para que pareciera otra— corresponde
a esta zona de Asturias y a este grupo de guardas.
Según los datos
recogidos en el informe elaborado por el Principado sobre el Programa de
Actuaciones de Control del Lobo de Asturias 2015-2016, los daños al ganado en
la comunidad han aumentado un 26,6% entre 2009 y 2014. Los más afectados son
los equinos, que suponen el 36,31% de las 4.555 cabezas que han sufrido algún
daño. Este "patrón" de ataques, según este informe, se repite desde
la década de los años ochenta del siglo pasado y "tiene que ver con el
modo de manejo de este ganado en la región [los caballos se dejan pastar solos
en el monte] y la especial vulnerabilidad de los potros".
Pero también con este
tipo de animales hay "picaresca". "Algunos ganaderos compran
potros sin valor en Galicia y los sueltan en zonas loberas para que les ataquen
y cobrar las ayudas, que son más altas de lo que les ha costado comprar el
potro", apunta Gayol. Estas prácticas también las está investigando la
Guardia Civil.
"Los caballos
son los más atacados, pero también los que tienen menos relevancia económica
para el ganadero", detalla el biólogo Fernández Gil. "Las vacas, las
más valiosas y las más abundantes, están muy poco afectadas", añade. En
2014, 836 cabezas bovinas sufrieron ataques de lobo en Asturias, según el censo
del Principado. La menor incidencia en estas reses responde, según este
biólogo, a que mantienen un "componente de defensa" que estos
animales han perdido en otros territorios.
Doble cobro
La picaresca sobre
las ayudas por ataques de lobo no es nueva, afirma Fernández Gil. Recuerda el
caso registrado hace un par de años también en Asturias. La fiscalía
especializada en medio ambiente acusó entonces a cerca de 200 ganaderos de una
estafa relacionada con las indemnizaciones. "Fue una empresa de seguros
ganaderos la que alertó", rememora. "Cobraban doble por la muerte de
una res". Primero presentaban el fallecimiento ante la aseguradora para
recibir esa indemnización. Luego, sin avisar de que ya habían dado ese paso,
registraban la reclamación ante el Principado para que se les compensara por un
ataque de lobo.
"Aquí se paga
todo, no se hacen preguntas", se queja Gayol. "Y, como el lobo no
tiene sindicatos que lo protejan, es el que acaba pagando", ironiza este
guarda del medio natural.
Ocurrió el 30 de
mayo. En una carretera, a la altura de la localidad asturiana de La Doriga,
apareció colgada de una señal de tráfico una cabeza de lobo. Era algo parecido
a una advertencia. El rechazo a este animal es muy alto entre algunos
colectivos, que reclaman más batidas de las Administraciones para reducir las
poblaciones. "No hay evidencias de que los controles [a través de la caza]
estén minimizando los daños achacados a los lobos", sostiene el biólogo
Alberto Fernández Gil.
En su informe sobre
el programa de control de esta especie, el Principado de Asturias reconoce que
"resulta difícil medir la conflictividad social". Pero añade:
"El lobo es un tema recurrente en los medios de comunicación escritos
regionales".
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