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viernes, 3 de abril de 2020

Una loba aparece con un lazo y sin cabeza en Rioseco (Cantabria)




























Recién aprobado el Plan de Gestión del Lobo, y publicado en el Boletín Oficial de Cantabria, una fuente anónima se pone en contacto con Cantabria Liberal para denunciar un presunto caso de furtivismo en Rioseco (Santiurde de Reinosa), municipio de Cantabria. La fuente, que quiere mantener su anonimato, comunica la aparición de una loba enredada en una alambrada y con un lazo atado a la pata.
Recién aprobado el Plan de Gestión del Lobo, y publicado en el Boletín Oficial de Cantabria, una fuente anónima se pone en contacto con Cantabria Liberal para denunciar un presunto caso de furtivismo en Rioseco (Santiurde de Reinosa), municipio de Cantabria. La fuente, que quiere mantener su anonimato, comunica la aparición de una loba enredada en una alambrada y con un lazo atado a la pata. Según nos comunican, la persona que encontró al cánido dio parte a la guardería, quienes lo hallaron una semana después sin la cabeza.
Paralelamente, se tiene constancia de que se ha abatido un lobo en Lomeña (Pesaguero) y que había aprobada otra batida a los pocos días. Todo ello en un contexto particular, en estos meses, el lobo está en celo y enseguida empiezan a parir las primeras lobas en la Cordillera Cantábrica, por lo que resulta confuso e indignante que se hagan batidas en estas fechas.
Está claro, por los últimos censos, que el lobo en esta región no está en peligro de extinción y que goza de un número aceptable, si lo comparamos con la década de los 80. Pero este no es el motivo para llevar una gestión tan desastrosa de este cánido, que hasta hace poco ha estado en el limbo de la gestión de especies.
El hecho realmente grave y que cabe llevar a fiscalía es la aparición de un ejemplar con un lazo y sin cabeza (caso furtivismo).
El lobo ha sido la moneda de cambio en los últimos años y ha generado muchas disputas entre unos bandos y otros, pero lo realmente triste es que a día de hoy no hay una transparencia ni una luz al final del túnel en este conflicto enquistado.
A vueltas con el Plan de Gestión del lobo en Cantabria
Se han cumplido cuatro años desde que se llegó a aquel famoso acuerdo de consenso para desarrollar y aprobar el Plan de Gestión del lobo en Cantabria. Medios de comunicación nacionales y regionales tildaron de histórico este documento que integraba las posturas de todas las partes afectadas por la problemática del lobo: ganaderos, ecologistas y cazadores.
Lo más difícil para la Administración era precisamente llegar a un punto de partida común y, por fin, con este documento firmado y con una solicitud instando a la consejería de Medio Rural para que se iniciaran las mesas de negociación del Plan de Gestión, comenzó el hoy conocido como ‘conflictivo Plan del lobo en Cantabria’.
Lógicamente, como en todo proceso participativo no hubo unanimidad y algunas asociaciones pertenecientes al sector ecologista, ganadero y cinegético no apoyaron; por ejemplo, que el lobo pasara de especie cinegética a no cinegética; es decir, el lobo pasaría ser un animal susceptible de caza deportiva, a ser una especie “no cazable”. ¿Por qué no? Una rama de los ecologistas quería calificar al lobo como especie protegida en toda la Comunidad Autónoma, y pequeños colectivos de ganaderos y cazadores querían continuar con la calificación cinegética para poder matar lobos en las cacerías y continuar con una tradición y una práctica deportiva.
El acuerdo que se presentó y que tuvo repercusión a nivel nacional, proponía que el lobo dejara de ser una especie cinegética, pero que sí se abatieran ejemplares que pudieran resultar conflictivos y reincidentes en ataques continuados al ganado o, batidas para controlar poblaciones. Todo bajo unas comisiones técnicas que se celebrarían en la consejería competente, pero con la participación de especialistas y con riguroso procedimiento y transparencia sobre los ejemplares a abatir.
Además, también había una novedad muy importante y ventajosa para los ganaderos, y es que, al cambiarse la calificación de especie cinegética a no cinegética, la Administración pagaría los daños de lobo en todo el territorio de Cantabria. De esta manera, dejarían de existir los problemas enquistados con los cotos de caza que tenían que asumir este procedimiento y muchos demoraban sus pagos al ganadero. Por lo tanto, la Administración sería la única autoridad competente para pagar las indemnizaciones a través de un seguro privado que ingresaría, en un plazo de tres a seis meses máximo, los daños por cada cabeza de ganado.
Otro de los puntos del acuerdo, presentado, registrado y firmado por nueve de los colectivos implicados y más representativos de los sectores afectados, fue el pago de los daños en un plazo mínimo, con además una revisión en los baremos y con el objetivo de contemplar el lucro cesante por cada animal muerto por ataque de cánido. En el caso de dudas a la hora de peritar los daños, el fallo siempre iba a ir en beneficio del ganadero, si hubiera dudas de que el ataque fuera de un perro asilvestrado se asumiría como ataque de cánido y también se abonaría la indemnización.
Con todo, y pese a que todas las partes participantes tenían que renunciar a algo, se votó a favor de estas medidas en esas mesas del lobo celebradas en la consejería de Medio Rural. Todo parecía indicar que Cantabria, única Comunidad Autónoma con lobos sin Plan de Gestión, tendría este ordenamiento. Pero, al margen de estas mesas oficiales surgieron pequeños movimientos de algunos alcaldes y colectivos minoritarios de ganaderos y cazadores que de ninguna manera aceptarían que el lobo fuera una especie que no se pudiera cazar. Y a golpe de teléfono y visita de despacho consiguieron cargarse un Plan consensuado por los órganos oficiales y participativos.
A finales de este año 2018, vuelve a agitarse la carlanca y parecía que el cuento del lobo volvía a desempolvarse para que esta especie siga siendo cinegética, pero que se paguen los daños en todo el territorio. Una auténtica contradicción y una burla hacia quienes trabajaron en intentar una gestión eficaz en ese año 2015. Para bien, o para mal, la pasada semana (3 de abril) entró en vigor el Plan de Gestión del Lobo en Cantabria, que poco tiene que ver con lo inicialmente pactado.
Concluyendo,
En todo este proceso, la consejería de Medio Rural no ha aprendido a escuchar a las asociaciones con representatividad legal, ni tampoco ha observado los aires de cambio en nuestra sociedad.
El movimiento animalista y la creciente sensibilidad hacia los asuntos medioambientales hacen que los ciudadanos sean susceptibles a la exhibición del lobo como trofeo de caza, por eso, un remedio para continuar controlando la población sin herir sensibilidades serían esos controles acordados en comisiones técnicas y con riguroso criterio y transparencia.
El Plan de Gestión del lobo tratado en 2015 iba más allá de unos y otros, se trataba de adecuarse a una realidad sociológica de la manera más inteligente para las partes integrantes: cazadores-ganaderos-ecologistas-administración y SOCIEDAD-CIUDADANOS.
15-04-2019



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