Recién
aprobado el Plan de Gestión del Lobo, y publicado en el Boletín Oficial de
Cantabria, una fuente anónima se pone en contacto con Cantabria Liberal para
denunciar un presunto caso de furtivismo en Rioseco (Santiurde de Reinosa),
municipio de Cantabria. La fuente, que quiere mantener su anonimato, comunica
la aparición de una loba enredada en una alambrada y con un lazo atado a la
pata.
Recién aprobado el Plan de Gestión del Lobo, y publicado en
el Boletín Oficial de Cantabria, una fuente anónima se pone en contacto
con Cantabria
Liberal para denunciar un presunto caso de furtivismo en
Rioseco (Santiurde de Reinosa), municipio de Cantabria. La fuente, que
quiere mantener su anonimato, comunica la aparición de una loba enredada en una
alambrada y con un lazo atado a la pata. Según nos comunican, la
persona que encontró al cánido dio parte a la guardería, quienes lo hallaron
una semana después sin la cabeza.
Paralelamente, se tiene constancia de
que se ha abatido un lobo en Lomeña (Pesaguero) y que había aprobada otra batida a los pocos días. Todo ello en un
contexto particular, en estos meses, el lobo está en celo y enseguida empiezan
a parir las primeras lobas en la Cordillera Cantábrica, por lo que resulta
confuso e indignante que se hagan batidas en estas fechas.
Está claro, por los últimos censos, que el
lobo en esta región no está en peligro de extinción y que goza de un
número aceptable, si lo comparamos con la década de los 80. Pero este no es el
motivo para llevar una gestión tan desastrosa de este cánido, que hasta hace
poco ha estado en el limbo de la gestión de especies.
El hecho realmente grave y que cabe llevar a fiscalía
es la aparición de un ejemplar con un lazo y sin cabeza (caso
furtivismo).
El lobo ha sido la moneda de cambio en los últimos
años y ha generado muchas disputas entre unos bandos y otros, pero lo realmente
triste es que a día de hoy no hay una transparencia ni una luz al final del
túnel en este conflicto enquistado.
A vueltas con el Plan de Gestión del
lobo en Cantabria
Se han cumplido cuatro años desde que se llegó a aquel
famoso acuerdo de consenso para desarrollar y aprobar el Plan de Gestión del
lobo en Cantabria. Medios de comunicación nacionales y regionales tildaron de
histórico este documento que integraba las posturas de todas las partes
afectadas por la problemática del lobo: ganaderos, ecologistas y cazadores.
Lo más difícil para la Administración era precisamente
llegar a un punto de partida común y, por fin, con este documento firmado y con
una solicitud instando a la consejería de Medio Rural para que se iniciaran las
mesas de negociación del Plan de Gestión, comenzó el hoy conocido como
‘conflictivo Plan del lobo en Cantabria’.
Lógicamente, como en todo proceso participativo no
hubo unanimidad y algunas asociaciones pertenecientes al sector ecologista,
ganadero y cinegético no apoyaron; por ejemplo, que el lobo pasara de
especie cinegética a no cinegética; es decir, el lobo pasaría ser un animal
susceptible de caza deportiva, a ser una especie “no cazable”. ¿Por
qué no? Una rama de los ecologistas quería calificar al lobo como especie
protegida en toda la Comunidad Autónoma, y pequeños colectivos de ganaderos y
cazadores querían continuar con la calificación cinegética para poder matar lobos
en las cacerías y continuar con una tradición y una práctica deportiva.
El acuerdo que se presentó y que tuvo repercusión a
nivel nacional, proponía que el lobo dejara de ser una especie cinegética, pero
que sí se abatieran ejemplares que pudieran resultar conflictivos y
reincidentes en ataques continuados al ganado o, batidas para controlar
poblaciones. Todo bajo unas comisiones técnicas que se celebrarían en la
consejería competente, pero con la participación de especialistas y con
riguroso procedimiento y transparencia sobre los ejemplares a abatir.
Además, también había una novedad muy importante y
ventajosa para los ganaderos, y es que, al cambiarse la calificación de especie
cinegética a no cinegética, la Administración pagaría los daños de lobo en todo
el territorio de Cantabria. De esta manera, dejarían de existir los problemas
enquistados con los cotos de caza que tenían que asumir este procedimiento y
muchos demoraban sus pagos al ganadero. Por lo tanto, la Administración sería
la única autoridad competente para pagar las indemnizaciones a través de un
seguro privado que ingresaría, en un plazo de tres a seis meses máximo, los
daños por cada cabeza de ganado.
Otro de los puntos del acuerdo, presentado, registrado
y firmado por nueve de los colectivos implicados y más representativos de los
sectores afectados, fue el pago de los daños en un plazo mínimo, con además una
revisión en los baremos y con el objetivo de contemplar el lucro cesante por
cada animal muerto por ataque de cánido. En el caso de dudas a la hora de
peritar los daños, el fallo siempre iba a ir en beneficio del ganadero, si
hubiera dudas de que el ataque fuera de un perro asilvestrado se asumiría como
ataque de cánido y también se abonaría la indemnización.
Con todo, y pese a que todas las partes participantes
tenían que renunciar a algo, se votó a favor de estas medidas en esas mesas del
lobo celebradas en la consejería de Medio Rural. Todo parecía indicar que
Cantabria, única Comunidad Autónoma con lobos sin Plan de Gestión, tendría este
ordenamiento. Pero, al margen de estas mesas oficiales surgieron pequeños
movimientos de algunos alcaldes y colectivos minoritarios de ganaderos y
cazadores que de ninguna manera aceptarían que el lobo fuera una especie que no
se pudiera cazar. Y a golpe de teléfono y visita de
despacho consiguieron cargarse un Plan consensuado por los órganos oficiales y
participativos.
A finales de este año 2018, vuelve a agitarse la
carlanca y parecía que el cuento del lobo volvía a desempolvarse para que esta
especie siga siendo cinegética, pero que se paguen los daños en todo el
territorio. Una auténtica contradicción y una burla hacia quienes
trabajaron en intentar una gestión eficaz en ese año 2015. Para bien,
o para mal, la pasada semana (3 de abril) entró en vigor el Plan de
Gestión del Lobo en Cantabria, que poco tiene que ver con lo
inicialmente pactado.
Concluyendo,
En todo este proceso, la consejería de Medio
Rural no ha aprendido a escuchar a las asociaciones con representatividad
legal, ni tampoco ha observado los aires de cambio en nuestra sociedad.
El movimiento animalista y la creciente sensibilidad
hacia los asuntos medioambientales hacen que los ciudadanos sean susceptibles a
la exhibición del lobo como trofeo de caza, por eso, un remedio para continuar
controlando la población sin herir sensibilidades serían esos controles
acordados en comisiones técnicas y con riguroso criterio y transparencia.
El Plan de Gestión del lobo tratado en
2015 iba más allá de unos y otros, se trataba de adecuarse a una realidad
sociológica de la manera más inteligente para las partes integrantes:
cazadores-ganaderos-ecologistas-administración y SOCIEDAD-CIUDADANOS.
15-04-2019
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